RESUMEN BIOGRÁFICO
Albeiro Montoya Guiral nació en Santa Rosa de Cabal, Risaralda, Colombia, en 1986. Poeta y ensayista. Actualmente es profesor universitario. Licenciado en Español y Literatura por la Universidad Tecnológica de Pereira, y Magíster en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia, en la especialidad de poesía, con el poemario Aladas sombrillas de los muertos. Sus poemas aparecen en la muestra de poesía colombo-peruana En tierras del cóndor (2014), selección de Juan Manuel Roca, y en revistas digitales de Colombia, Chile y Argentina. Dirige, desde 2008, el portal literariedad.co, y desde el 1 de Enero de 2015, la sección de poesía americana en La Torre de Montaigne.
EL NOMBRE DEL FUEGO
La vida es amarga, en consecuencia, besa.
Quémate si el fuego en que amamos es el último.
No temas a mis manos que aprietan tus senos
como si fueran dos azucenas vencidas por la noche,
así como yo no temo a tu delicada forma de abarcar mi cuerpo
de hombre o de sueño o de árbol ─qué sé yo─,
aprendí a olvidar de qué extraña sustancia amanezco
construido cada día.
Amar es lo único que nos queda por hacer.
Vivir en esta instancia de la muerte
es ínfimo comparado al amor.
Desnudarnos fue un acto apenas cotidiano
como soñar con rosas o bailar antes del sueño.
Desnuda sé amarte como si estuvieras hecha
de azucena estremecida
o de lluvia amaestrada para caer en la melancolía.
Sabe amar mi cuerpo desnudo de hombre o de sueño o de árbol.
No prestes atención a las dos palabras estremecedoras de mis ojos.
El nombre del fuego no se pronuncia:
se besa.
ÚLTIMA CALLE
A Carlos Héctor Trejos Reyes
Todas las noches vendrá a ladrarte una lejanía
y vas a soñar que te disparan con piedad.
Todas las mañanas despertarás
empuñando una paloma muerta.
De tus ojos saldrá
un agua de rosas antiguas
pero no podrás morir jamás.
La muerte te va a dejar esperando,
vestido y engalanado
a la altura de la mejor celebración.
Quienquiera que seas:
sin remedio tendrás que vivir.
A solas irás por la única calle que le queda a tu ciudad.
La imposibilidad del retorno y de la despedida
como aceite goteando de tus dedos.
Se te hizo muy tarde para morir.
Se te ha hecho tarde.
ES INVENCIBLE EL INSOMNIO
Una noche lluviosa
no me dejaba dormir con sus ladridos.
Lo llevé afuera,
le introduje el cañón del revólver en el hocico
─estaba amistoso ante mí,
lamiéndome la mano, meneando su cola peluda─.
Lo miré a los ojos y, sin apiadarme, disparé.
La noche lo vio perder la cabeza
y escuchó el último latido de su corazón.
No sé cómo
a pesar de lo que cuento
va detrás de mí a todas partes,
siguiéndome de lejos por los caminos,
y llegando hasta mi lecho para interrumpir mi sueño
el perro incansable de la poesía.
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