Emma Suárez no tiene nada que ver con sus personajes, por mucho que ella les dé. Aunque a veces lleve la misma gorra. Emma es alegre, risueña, dicharachera. Maneja las situaciones con soltura y con naturalidad. Te sientes cómodo con ella. Pero a pesar de su habilidad camaleónica, de sus sentimientos de goma, en algún lugar dentro de ella conserva un armario grande donde guarda todo lo que es suyo, sus amigos, sus deseos, su familia, sus añoranzas. En la pantalla, en el escenario la vemos desnuda prestando sus sentimientos a sus personajes. En la vida real se suelta y se relaja, descansa. Hablando con ella inauguramos nuestra sección dedicada al cine en La Torre.
Emma, tenemos una actividad parecida. Ambos trasladamos a terceros la personalidad de un segundo. Tú haces realidad un personaje de ficción, y yo creo una ficción de un personaje real.
Cierto. ¿Y no piensas que eso que acabas de decir puede caer en la manipulación?
En la deformación.
En la manipulación o en la deformación del personaje que entrevistas.
En la deformación incurres siempre. Es que es así. Cuando cuentas a un personaje real y te lee un tercero, ya lo está interpretando yconvirtiéndolo en un personaje de ficción.
Pero en la medida en que tú eres fiel a lo que yo te digo, hay menos manipulación.
Eso es evidente. La manipulación siempre es voluntaria. ¿Tan raro es que te sean fiel en lo que dices?
Sí. Según los medios, sí. Intento hacer entrevistas para medios que tengan que ver con mi trabajo, con la cultura, porque si no, por mucho que trate de ser fiel a mí misma en mis respuestas, participo en un espacio en el que el tono a lo mejor no es el mismo que el mío, y eso no lo puedo controlar. Y eso a mi me resulta…
Doloroso.
Decepcionante. Doloroso ya he aprendido a que no lo sea. Al principio sí era doloroso, porque me veía en titulares y me decía, pero si yo no he dicho esto, pero si no lo dije así. Se produce una interpretación del personaje que no es real sino manipulada, pero esa es la información que le llega al lector. Y cuando el lector se encuentra cara a cara contigo tiene una idea de ti que le impide acercarse con naturalidad.
Menudo valor actuar y seducir en verso.
El perro del hortelano.
He leído que te convenció Pilar.
Sí. Hombre, era un reto muy grande. A mí las cosas que más me gustan de este mundo son las difíciles. Basta que vea algo complicado o difícil, en todos los sentidos, incluso en las cosas de mi vida, para que me guste. Me hace sentirme más fuerte. Yo nunca había trabajado en verso, y se lo dije a Pilar. Le pedí que me hiciera una prueba. Y me la hizo porque yo se lo pedí. Pero ella lo tenía clarísimo.
Te la hizo para convencerte a ti.
Sí. Pilar era una persona muy inteligente, era una mujer muy especial. Para mí es una referencia. Y además me dio cosas muy bonitas, a nivel profesional y a nivel personal. Me encontré con una mujer muy fuerte y muy sensible al mismo tiempo. Y muy frágil.
De un personaje se sale como se entra: poco a poco. Con tiempo.
¿Tiene en la vida real alguna ventaja ser actriz? Me refiero a aplicar la técnica de actuar, para salir de una situación comprometida.
No, eso en la vida no sirve para nada.
¿Por qué no?
Pues porque un actor trabaja, se prepara. Construye un personaje. Y un actor no es un personaje. El actor se inventa el personaje. Sobre un texto, lo compone. Pero yo sin personaje no soy nada. Para mí es mucho más difícil salir a un escenario en el que no tengo la referencia de un personaje y he de interpretarme a mí misma, que cuando salgo al teatro. Si inauguro algún festival estoy inquieta y nerviosa, porque soy yo, no un personaje. Uno no se conoce tan bien como para interpretarse a sí mismo.
Cómo se sale de un personaje.
Con tiempo. Se entra con tiempo, porque es un trabajo de composición, de construcción. Una se destruye a sí misma para construir, con sus bases, con su esencia, un personaje. Un personaje con afectos y con sentimientos y con valores. Y sales igual. Con tiempo. Necesitas tiempo para oxigenarte. Necesitas reencontrarte con tu vida cotidiana, con tu rutina, o hacer un viaje para que entren otras cosas. Porque hay un intercambio entre los personajes y una misma. Tú le das de ti misma a tus personajes, pero tus personajes te descubren a ti misma también.
¿No te quedas enganchada?
Hay películas, cuando los trabajos han sido fuertes y los personajes duros, en que te quedas enganchada, sí. Hay personajes que incluso he tenido la sensación de haberlos vivido como una parte de mi vida. Como algo que me hubiera sucedido realmente.
Eso me da pavor.
A mí también. No es nada agradable. Porque son situaciones en las que estás muy desnuda, muy perdida. Estás muy sola.
Si cuando llegas a tu casa de un rodaje o de una función vas abandonando el personaje y pasas a ser mamá, ¿cuando vas a rodar de nuevo dejas de ser mamá?
No. Mamá eres siempre. Tampoco dejas de ser mujer. Eso lo eres siempre.
¿Por qué el cine y el teatro, el espectáculo en general, es tan sufrido? Porque nadie sufre haciendo coches, o lavadoras, pero si te pones a hacer una película sufre el actor, el productor, el director, el guionista. Todo el mundo sufre.
Bueno, vamos a puntualizar. Tampoco es una industria tan sufrida. Quiero decir, yo soy una persona que disfruto muchísimo haciendo mi trabajo. Claro que mi trabajo tiene una parte dolorosa, pero es una parte dolorosa en el sentido de búsqueda, de exigencia, porque tratas de encontrar algo.
Pero hablo de la industria en general. Todo el que la toca sufre mientras desarrolla su trabajo.
Porque estás hablando de una industria en la que tiene mucho en juego la sensibilidad, porque es algo creativo. Y cuando la sensibilidad y la creación se enfrentan al presupuesto y a lo material, saltan chispas. Y se crea una confusión. Hasta qué punto se pueden hacer las películas con más o menos presupuesto, hasta dónde llega el talento, cómo defender un director una secuencia que considera que necesita porque es clave para contar la historia, y necesita ese espacio, y ese espacio está dentro de una iglesia, y hay que pedir permiso, etc. Ahí surge una competencia difícil. Y porque también, en mi caso como actriz, es difícil encontrar proyectos en los que implicarte y que te gusten. Porque hay muchas cosas que ya has hecho, y en este momento precisamente la industria no está muy bien. Ha habido una invasión del mercado americano increíble que ha contaminado al espectador. El espectador va ahora al cine queriendo encontrar efectos especiales y mucho ruido, y si les cuentas una historia, se aburren. Eso sí es también responsabilidad de los medios de comunicación y de la gente que se dedica a la cultura, que se hagan cosas interesantes, que se cuentan historias. Que no todo sea ruido. Yo no he tenido nunca interés en irme a trabajar a Estados Unidos, porque no me gustan las películas de allí. Lo pasaría fatal.
A veces ruedan alguna maravilla.
Prefiero trabajar para una industria mucho más comprometida. Y creo que para la industria es más importante que yo esté aquí a que me vaya a las superproducciones americanas. No les hago ninguna falta.
Has hecho poca comedia.
Poca. No sé, yo soy una persona que me río bastante. Y una de las cosas que admiro en las personas es el sentido del humor. Pero resulta que es muy difícil que no te encasillen. Aquí, la propia industria, los directores te ven bien en un papel dramático y no te llaman para hacer comedia. Y yo normalmente he hecho más papeles dramáticos. Quizás El perro del hortelano es lo más comedia que he hecho.
¿Se cansa un actor de fingir?
No, porque un actor no finge.
¿Seguro que no?
Lo importante es que uno se crea lo que hace. Y eso es lo difícil, creerte una mentira.
Hitchcock, cuando no recuerdo ahora qué actriz no acertaba con la toma, porque según ella no sentía en ese momento el personaje, le dijo al oído: finge. Y le salió la toma buena a la siguiente.
Si, también es así. A veces ese puede ser un buen consejo.
¿Eso no cansa?
No. Forma parte de la vida.
La felicidad sin conflicto no es felicidad. Por eso es tan interesante el conflicto en un escenario. La equivocación, el dolor es lo que te hace reaccionar.
¿Te gusta actuar monólogos?
A mí los monólogos me parecen la cosa más aburrida del mundo. Personalmente. Como actriz me gusta compartir con alguien el escenario. Me gusta trabajar con actores. Trabajar sola me aburre.
¿No harías monólogos dramáticos? De Franca Rame, de Darío Fo.
No lo tengo nada claro. Nunca lo he tenido claro. No te digo que no, pero vamos, me gusta muchísimo trabajar con los actores. Me gusta trabajar en equipo. De todos modos, hacer un monólogo es muy meritorio, porque has de ser un poco el director de tu propio monólogo, y controlar el ritmo y el tempo.
Bueno, por mucho director que haya, en el escenario quien manda es el actor.
Pero si se puede trabajar con alguien para qué trabajar sola.
¿Por qué no funciona la felicidad en dramaturgia? Cada vez que salta la felicidad al escenario, nos echamos a dormir.
Bueno. Depende también de las obras de teatro y de los textos. Hace poco vi Marat-Sade, que es una obra que habla del dolor. Y sin embargo es divertidísima.
Sí. Yo te hablo de la felicidad como motor de los personajes.
Es verdad eso que dices, sí. A lo mejor es que la felicidad por sí sola no existe. La felicidad sin conflicto yo creo que no es felicidad. Por eso es tan interesante el conflicto. La equivocación, el dolor es lo que te hace reaccionar. La risa muchas veces es sólo una consecuencia. El otro día leí en algún sitio que la risa es una consecuencia del miedo. Que viene del miedo. Y es posible. Recuerdo una vez que me atracaron. Estaba con unas amigas en una peluquería, hace ya muchos años, y entró un tipo con una pistola. ¿Y sabes qué me pasó? Me dio la risa. El tipo nos decía, ¡tirad los bolsos al suelo!, y yo me sentía como si estuviera en una película del oeste. Y me daba la risa. La situación me desbordaba y me provocaba la risa. Yo me dedico a esto porque me provoca mucha curiosidad el ser humano. Y para mí este trabajo es una forma de descubrir el alma del ser humano. De conocer.
También se puede hacer conocer, y emocionar, con títeres. Y no hay actor.
Sí hay actor.
Pero es de madera.
Claro que hay actor. Hay un actor detrás poniendo en escena un títere.
Pero el muñeco no tiene sentimientos, eso que vosotros defendéis para construir un personaje y transmitir. Y sin embargo, funciona.
Sí, claro, porque los sentimientos sobrevuelan todo.
Igual es que hay más fingimiento en un actor que sentimiento.
Es que, vamos a ver una cosa, Eduardo. Es muy importante el medio. No es lo mismo charlar contigo para La Torre de Montaigne que hablar para una revista. Es muy importante el espacio en el que uno actúa. No es lo mismo actuar en el teatro que actuar en la televisión o actuar en el cine. O actuar aquí mismo con una cámara que estuviera rodándonos. Cada espacio necesita un tono. Un tono para llegar al espectador o al lector, y ese tono, ese color, cambia.
¿No tiene nada que ver con la naturaleza un poco mágica de los títeres?
Siempre has de ser sincera. También puedes transformar el sentimiento en movimiento. Todo eso está pensado. Está trabajado. Quienes trabajan con títeres preparan mucho. En el fondo se trata de llegar al espectador y de transmitirles sentimientos. Con lo que sea. Con un monigote o con una sombra de luz.
Pero el monigote es de manera.
Los sentimientos llegan a nosotros de maneras imprevisibles.
¿Qué personaje te gustaría representar de la dramaturgia mundial?
Cualquiera que no haya hecho y que tenga algo que decir, que tenga algo que enseñar. No hay ninguno en concreto. Nunca lo ha habido. Puede ser un personaje contemporáneo o un personaje histórico. Ahora mismo me apetece hacer teatro. Y dentro del teatro hay grandes autores. Nunca he interpretado Shakespeare, por ejemplo, que sería un trabajo interesante para hacer.
Ofelia te iría mucho.
Sí.
Los actores dais la sensación de ser un gremio políticamente comprometido. ¿Eso es así para todos?
No. Yo no soy una persona políticamente comprometida. Soy una muy individualista y creo más en el individuo y en lo que hace cada uno.
A veces da la sensación de que los actores que hablan o se manifiestan políticamente os han fagocitado a todos los demás.
Yo no me siento fagocitada. He participado en lo que he considerado que tenía que participar. Es una responsabilidad grande ser portavoz de alguien, porque es muy delicado y muy peligroso convertirte en bandera. Siempre he evitado, incluso en mi propio trabajo, ponerme de moda. Ya no políticamente. Me molesta mucho cuando hago entrevistas y en grandes titulares salen argumentos o frases que no son las que he dicho. Claro, son frases que quedan bien para el titular. Pero me da mucho respeto. Sí pienso que los políticos tendrían que estar en las terrazas y en la calle, en contacto con la gente, y eso quizás es lo que hacemos los actores. Para entender al pueblo hay que vivir con el pueblo. Y a lo mejor los políticos no hacen eso. Tal vez tú quieras decir que los actores se han convertido en intermediarios. Y te digo esto por defender a mi gremio. Es verdad que hay de todo. Hay también muchísima gente a la que le gusta una fotografía y salir en una revista.
Emma, tú vas por la calle y sabes que hay gente que ha visto tu trabajo. Yo voy por la calle, y sé que hay gente que ha leído o visto el mío. ¿Somos afortunados?
Si les ha gustado, sí. No te quepa duda. Y si no les ha gustado, también. Porque se han parado a verlo. Es cierto. Somos afortunados. Los dos.
¿Te apetece hacer algo distinto de actuar?
A veces lo pienso. Pero al mismo tiempo que lo pienso descubro que mi trabajo se ha convertido en algo muy importante para mí. Como persona. A nivel incluso espiritual. Es una forma de escaparme de mí misma y de viajar fuera de mí. Me permite sentirme libre y volar. Soy una persona muy inconstante. Estoy acostumbrada a la vida imprevisible. A mí la rutina me mata. No soporto lo cotidiano. No soporto hacer todos los días lo mismo. Empecé a trabajar con catorce años y desde entonces no sabía nunca lo que podía pasar al día siguiente, y cada día en mi vida ha sido diferente. Quizás los hijos me han dado la oportunidad de vivir una vida estable y un orden, pero me cuesta muchísimo. No soy capaz de adaptarme a una vida ordenada. No. No va con mi carácter.
¿Comes palomitas en el cine?
Sí, a veces. Procuro ponerme delante y estar sola.
La piratería.
La piratería es algo imposible de arreglar.
Es inevitable.
Sí.
Hay que aceptarlo.
Sí.
Y adaptarse.
Sí. Porque la gente no tiene dinero para comprarse una película. Cuesta una pasta. La cultura debía estar al alcance de la mano de todo el mundo. Debería ser gratis. El teatro, el cine, deberían ser gratis. Los museos deberían ser gratis. Uno debería tener la posibilidad de entrar en las bibliotecas, en los museos, sin pagar. Y en el metro, sin pagar. Los servicios públicos deberían ser gratuitos.
¿No te da un poco de miedo que todo sea público?
Yo creo que si la gente pudiera acceder gratis a los museos mucha más gente entraría a los museos. Y si la gente pudiera ver películas mucha más gente las vería. Me parece excesivo lo que cuesta el teatro. Pero mi opinión es absolutamente personal, independientemente de lo que piense el resto del mundo. Si hablas con Mario Gas, te dice que aquí es muy barato el teatro. Vete a Londres y verás. La gente tiene dinero para comprar coches y sin embargo no va al teatro. Es decir, también hay un problema de educación. La gente no invierte el dinero en la cultura, en su cultura.
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