Ángel Mora

Ángel Mora

 

POÉTICA

(SONETO)

   

Si todo lo que escribo, sólo fuera
ofuscación, humo, hojarasca, nada,
mentira piadosa desesperada,
o soledad, o amor que yo tuviera,

escribo porque así, a mi manera,
vuelvo la náusea rosa iluminada,
la vacuidad del ser es conjurada
y expande en el vacío una escalera.

Lo demás: ojos, lluvia, sol o bruma,
o labios, son las torpes marionetas
que manejo, frágiles como espuma.

Y mis versos me sirven de muletas
mientras miro la vida que se esfuma.
Así lo hicieron siempre los poetas.

 

 

 

 

Estuve allí
 
Yo estuve allí, en el principio,
cuando explotó el silencio
y surgieron disparadas las galaxias.

Yo lo vi todo: era un átomo más
flotando a la deriva;
alguien que mal me quería
torció mi rumbo y me envió a la tierra.

Antes de ser lo que ahora soy,
fui dinosaurio, pez, helecho;
uno tras otro interpreté
los personajes que el tiempo arrastra,
conozco, por eso, la materia que soporto.

Sin embargo, nada sabría decirte
del sitio original de donde vengo,
ya no me acuerdo.

… Pero vengo de muy lejos,
estoy cansado,
y todo lo comprendo.

 

 

 

Cadáver exquisito
 
Al poema
Apareces de pronto cuando no te persigo,
mas si te llamo no llegas,
que así es la rosa.

Yo, que quise ser tu carcelero,
a zaga de tu huella
vivo en vilo.

No te tardes, que me muero,
que cuando tú no estás,
ni es oro bruñido el sol, ni el lilio bello.

 

 

 

La protesta

“Cuál gritan esos malditos”
J. Zorrilla

 

Algo debe pasar, la gente está en la calle,
hay banderas de todos los colores
y pancartas que resumen
la infamia de sus vidas.

Qué querrán, qué buscarán:
a ratos gritan como perros rabiosos
y a ratos cantan emocionados y altivos,
esos malditos.

… Razones hay de sobra para exigir
un mundo nuevo.

Pero mundo sólo hay uno:
aquel soñado, el imposible

 

 

 

En las nubes
 
Mejor que aquí se está en las nubes.
Las nubes siempre son más cómodas,
más blandas. Y no tienen aristas.
Allí ni frío ni calor ni existe el desengaño,
que el tiempo allí no vierte su corrosivo ácido.
Allí puedes tocar el cielo con las manos
y nadie va a decirte que dejes de tocarlo.

Yo, si pudiera, estaría siempre en las nubes:
vida más alta y mejor hay en las nubes,
mucha más realidad tienen los sueños.

 

 

 

Tan sin nada
 
Tan leve amanece, tan sin nada,
que aún casi dormidos se nos pasó la mañana.
Que no éramos conscientes, dicen los libros.

Pero el día ya no para:
la gracia crece, el vello asoma.
Que estábamos locos, nos gritaban.

Después la gracia mengua,
el vello cae, el resplandor se apaga.
Que no te olvidan, dirán las lápidas.

 

 

Ángel Mora

Ángel Mora

Pin It on Pinterest

Share This