José Sarria

José Sarría

NOTA BIOGRÁFICA

 

JOSÉ SARRIA (Málaga, 1960). Es poeta, ensayista, investigador y crítico literario. Ha publicado dieciséis libros de poesía, narrativa y ensayo. Parte de su obra ha sido traducida al italiano, francés y árabe.
Su poesía aparece en numerosas antologías y recopilaciones poéticas de España, Italia, Túnez y México. Es co-autor de la antología Poesía andaluza en libertad (una aproximación antológica a los poetas andaluces del último cuarto de siglo) (Málaga, 2001), del estudio de investigación al-Andalus, el Paraiso (Granada, 2007), de la antología Calle del Agua. Antología contemporánea de literatura hispano-magrebí (Madrid, 2008) y de la antología Hijos de la travesía. Poetas árabes actuales en España (Madrid, 2013).
Es colaborador habitual en diversos medios nacionales y extranjeros con obras de creación, crítica literaria e investigación, siendo ponente en jornadas y seminarios en España (Universidades de Granada, Córdoba o Málaga), en los Institutos Cervantes de Marruecos y Túnez, en las Universidades de Fez, Rabat, Casablanca, Tánger, Tetuán y Túnez, así como en el VII Congreso Ibérico de Estudios Africanos (CIEA7) celebrado en Lisboa.
Es miembro permanente del Jurado del Premio Andalucía de la Crítica, pertenece a la Junta de Gobierno de la Asociación Colegial de Escritores de Andalucía (Secretario General) y a la Junta de Gobierno de la Asociación Internacional Humanismo Solidario (Secretario General). Es Miembro Fundador del Club de Amigos de Marruecos y ha sido incluido en la Enciclopedia General de Andalucía.

José Sarria

POÉTICA

Un simple verso es capaz de modificar el significado de una palabra, de un enunciado. El verso es una transgresión del sentido común: un flagelo al silencio. La eternidad y lo absoluto no están más allá de nuestros sentidos, tal y como indicó Nietzche: “No la vida eterna, sino la eterna vivacidad: eso es lo que importa”.

Desde que tuve conciencia de haber sido expulsado del Paraíso y presentí que el cielo se estaba cayendo a pedazos, entregué mi voz a la tarea titánica de alcanzar las costas de Ítaca: «Se hacen los versos por quitarse un peso / y pasar al siguiente. Pero hay siempre / algún peso de más, y nunca hay / ningún verso que baste» (VITTORIO SERENI).

MUJERES TRANSPARENTES

 

Existen mujeres transparentes que fueron concebidas por los dioses. Son, como el perfil del aire: livianas, ingrávidas, etéreas.
Su delicado tacto se asemeja al beso de los ángeles y la fragilidad de su mirada a la de la porcelana china. Cuando lloran liberan minúsculos cristales que se evaporan al contacto con el aire y su piel deja al descubierto con igual proporción el alma, las arterias, los órganos vitales o el pensamiento.
De noche, cuando duermen, reflejan en las sábanas imágenes oníricas o apasionadas escenas de jóvenes amantes; sus pechos parecen vidrieras por donde asoma los ojos el amor.
Son criaturas de largas piernas, con muslos interminables, cabellos de fuego y delicadas cinturas. Al andar imitan el movimiento de un océano de trigo movido por el viento y en sus brazos siempre habita la vida.
Me gustan las mujeres transparentes, sencillas, sin cubiertas ni máscaras. Siempre tuve debilidad por la delicadeza con que fueron agraciadas.

 

(De Inventario de derrotas)

GUADALQUIVIR

 

“Al despedirse de la Andalucía
sintió el sabor salado de la muerte…
Guadalquivir mi corazón se llama.
(ANTONIO GALA)

 

Abrí mis brazos y se convirtieron en calles de agua por donde transita la sangre de geniles y guadairas. Mi corazón se hizo más ancho mientras atravesaba pinedas, olivares y campiñas, perforando el pecho de Andújar, Sevilla y Córdoba con la profundidad del cante de las minas.
Volví la vista de siglos y contemplé al instante cómo mi fecundidad fue patria de reyes tartesios y de legiones romanas.
-Yo soy el agua del islam y la fe del bautismo -musité con la calma de quien se abandona, por amor, a su destino.
Con el sabor de las marismas adiviné la fértil voz de los hijos de la Andalucía y, al fin, presintiendo la eternidad, me adentré en las aguas de un mar que me abrazaba.
Volví la vista, por última vez, antes de entregarme a la letanía de las olas, mientras el océano preguntaba por mi nombre: Guadalquivir mi corazón se llama.

 

(De Raíz del agua)

EL SUR

 

A Julio Martínez Mesanza, Mohamed Doggui, Rafael Morales y Diego Valverde

 

Aquellos fueron días
felices, cuando el júbilo
del címbalo, el laúd y los panderos
se mezclaba con el aroma
de las especias y la menta,
con el perfil de las muchachas
junto al camino de las pitas,
con la luz que se extingue
contra el azul de un mar
que baña la bahía de Cartago.

Aquellos fueron días
colmados de fortuna
cuando creímos alcanzar
la eternidad, y nos sentimos
los héroes de nuestras vidas;
días cuando era suficiente
el placer de un té con piñones
en alguna de las terrazas
de Sidi Bou Said.
Entonces, ¡era
tan fácil conquistar el mundo
y saborear el laurel
de nuestra propia
existencia!

En aquellos días el Sur
no era un punto
en el itinerario de los mapas.
El Sur era la dicha
de mi corazón cabalgando
sobre el celeste de las puertas
de Sidi Bou Said
mientras el olor amarillo
de los limones anunciaba
el triunfo de la vida.

 

(De Raíz del agua)

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