Manuel Gahete

NOTA BIBLIOGRÁFICA

 

(Fuente Obejuna, 1957) Catedrático de Lengua y Literatura. Doctor en Filosofía y Letras. Numerario de la Real Academia de Córdoba y director del Instituto de Estudios Gongorinos. Presidente de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE-A), Medalla de Oro del Ateneo de Córdoba y Cronista Oficial de Fuente Obejuna. Su obra poética, reconocida por premios tan prestigiosos como el “Ricardo Molina”, “Miguel Hernández”, “San Juan de la Cruz”, “Ateneo de Sevilla” o “Salvador Rueda”, recogida en tres antologías, traducida a seis idiomas y analizada en varios estudios monográficos, se orienta esencialmente a la proclamación del amor como salvación del hombre.

Manuel Gahete - Manos

POÉTICA

 

Es inefable la palabra poética y, en consecuencia, abstrusa toda interpretación. Me atrevo a intuir que destila esplendor y originalidad. Nada debe parecerse a lo leído aunque fluya en lo escrito el vértigo de la literatura. Pero esta intuición no es más que el vértice afilado de un iceberg donde se halla, si se busca, la tensión dolorosa de la razón humana. Hablemos del lenguaje. Es la única forma de explicar este exilio sin sucumbir a la desesperanza. En poesía solo es posible el eclecticismo: voz rota y construida sobre el todo o la nada de otras muchas voces, pero siempre identificable; señera por su fulgor, su lucidez, su riqueza visionaria y, abriendo brechas dolientes, por su descarnada esencialidad.

Manuel Gahete

I.- Memorándum

 

Solo el tiempo reserva la memoria del hombre,
sus cálices sagrados, su dolor en la arena,
el amor como fruto perenne de su pena,
trasvolado en el agua de vida que lo asombre.

Y solo el tiempo asume su verdad y su nombre,
el dardo amarillento de una larga condena.
Espera que otro cuerpo trizado como avena
de la piel de sus labios otros besos escombre.

A los hombres nos gusta enlazar nuestras manos
a la luz de la antorcha, cuando nadie vigila
y todos somos uno, el fuego, hasta la sangre.

Comer el pan hermano que parten los hermanos,
amasar la esperanza que se yergue y oscila
hasta que una mañana la sombra nos desangre.

A los hombres nos urge revivir la pasada
estación de las luces que la muerte recobra,
hablar de nuestras ansias si es que el aire nos sobra
y arrancar cada día el trigo de la nada.

A los hombres nos cumple sortear la vaguada
donde el barco sin rumbo tercamente zozobra
y amansarnos el alma, dulce diente de cobra,
con la música roja de la lírica amada.

Es mirarlo a los ojos, devolverle un saludo.
No es difícil el hombre si se vive de frente,
cara a cara, en silencio, a sorbos, sin escudo.

Solo pide un espacio de paz para sus hijos,
una mujer, no un ángel, sorbida lentamente
y un pedazo de tierra para sus ojos fijos.

 

(Alba de lava, 1999)

 

 

II.- Aprendiz de sabiduría

 

Sabes que el nacimiento duele más que la muerte.
Que nos consume el légamo de las necesidades.
Que el amor es un orden para dioses con suerte.

Sabes que desfallece en la distancia
la amistad si el amigo
deja tu corazón sobre las brasas.

Sabes que las palabras son flores en el viento:
si nadie las pronuncia, se marchitan.

Sabes que nuestras vidas son luces de un momento,
hojas en un paisaje.
Que nadie vive ajeno al día del fracaso
ni una noche de gloria es más digno equipaje.

Sabes que ser valiente te vacía
del amor y el dolor, de cuanto quieres,
de cada sorbo amargo de la vida.

Todo llega hasta ti. Todo se evade.
Es la dura verdad: Cuanto más vivas,
más cerca te sabrás del ignorante.

 

(Mapa físico, 2002)

 

 

III.- Relecturas

 

Advierto últimamente
que todo me da igual,
que el tiempo pasa
como un cisco de luz,
como una sombra.
Que envejecí de prisa y el cabello
no es más que una secuela sedicente
de quien, alguna vez, hasta fue joven.

Que miro con audacia,
con descaro,
la carne con su mundo y su demonio.

¿Será que,
por inercia,
releo demasiado a Luis Alberto?

Me sigue fascinando que me beses
por sorpresa,
al azar,
como si nada,
sin esperar más ansia de la vida
que licuarte en la sed de mi aspereza.

Y es que me gusta todo lo que aprendo
desde que me miré con tu mirada.

 

(El fuego en la ceniza, 2013)

Manuel Gahete - Manos

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