ALEXIS SOTO RAMÍREZ
BIOGRAFÍA LITERARIA
Cuba. La Habana. 1967.
Recibió el Premio Luis Rogelio Nogueras en 1992 con el poemario «Estados de Calma» (Ediciones Extramuros, Cuba 1993). Poemas suyos aparecieron en la antología «Algunos Pelos del Lobo. Jóvenes Poetas Cubanos» del Instituto Veracruzano de Cultura, 1996. Actualmente reside en Maryland, EE.UU., donde trabaja como arquitecto de sistemas informáticos. Ha publicado en revistas literarias en línea en EE.UU.
VENGANZA DEL ÁRBOL
La madera conserva un miedo atrapado en los nudos más densos.
La savia íntegra en las más recónditas venas del árbol se adormece,
plantea una ética innata,
una voz que nos llega abrupta de lo más ahogado de las fieras.
La madre mira con lenta fruición cómo el humo en el patio se alza.
Hay perros mojados hurgando en La Bastilla,
buscando huesos silenciosos de blanquecina espuma.
Banderines perlados de rojo cortan el aire.
Banderines, estandartes mentirosos de pliegues siniestros.
Banderines que debieran acusar su membrana insulsa.
Como un cáncer los perros roen la vértebra,
limpiando los humanos pedazos con placer por turbios pasillos.
En ventanales de juicios sordos pupilas vacilantes se juntan,
miradas torvas que quisieran partir a lo remoto.
La madera en la pesada rueda regresa sigilosa a sus orígenes.
Entre vueltas y vueltas
ha visto con su recia ternura caminos enlodados,
manjares de cuervos putrefactos,
terrenos de amplios surcos,
sordera.
Con precisión de barbero
la madera en la rueda maneja una navaja silenciosa,
su caprichosa manera de avanzar moliendo negros dedos,
produciendo negras cicatrices.
El árbol sacude sus nervios y espanta de un tirón vitrolas,
tejados, abrelatas de torcidos filos,
maracas y violines de roja escarcha.
En el cerrado círculo la hoja resucita a su debido placer,
y la rueda regresa con su girar eterno
a los vacíos
estrados de la noche.
EL CICLISTA AMARILLO
El ciclista amarillo pasó
cargaba pesadísimas demoras en su espalda
descuidado casi
de las debidas precauciones avanzaba
rodante bacteria de hilos
anudando anillos concéntricos
sobresaltos recogiendo
reflejos pálidos en la tarde.
¿Qué oscuro designio,
qué siniestra intuición
el amarillo borde
sobre el verde escandaloso
proyecta?
Verano que palpa el polen denso
y es arrastrado por incipientes
mares.
Cuando pasa el ciclista
se lleva el paisaje
y la demolición de la calzada
tropieza contra el viento
por vericuetos dormidos
la peregrinación de la cordura
navega indecisa.
CUCHILLOS
Y no volverse hacia el fondo donde
ya no queda roca
sobre roca
y no se oye ni el clamor
del pisoteado
bajo tanta mojigatería
donde no cabe un pelo
entre el ha de ser y el es,
o el fue y el hubo.
Ya llovió tanto sobre esta tierra.
Cuando volvemos a la plaza donde
han asesinado a muchos
no vemos ya aquellas manchas,
solo el café y los olores
del recién horneado pan.
Nos queda, sí, del retorno
solo la cortada voz
y un escaparate de lustrosos
cuchillos anacrónicos.
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