Elena Román

RESEÑA BIOGRÁFICA

Nacida el siglo pasado en Córdoba, ha sido premiada nacional e internacionalmente en los géneros de poesía y prosa. Tiene publicados quince libros –en los géneros mencionados– y a todos ellos los quiere por igual, palabra. Ha colaborado con sus textos en revistas y antologías literarias, también en exposiciones. Ha participado en charlas, recitales, encuentros y festivales de poesía. Es miembro de la organización del Festival Internacional de Poesía Voix Vives en Toledo, y pertenece al Consejo de redacción de la revista Psicopompo en Cáceres. Cuando está escribiendo un poemario piensa en la novela que va a escribir después y viceversa; esto es lo que le sucede en general en la vida, y además explica muchas cosas. Perpetra elblogtardiodeelenaroman.blogspot.com.es

LA RELOJERÍA

Relojero

La relojería está enclavada en una esquina. En horario de comercio permanece abierta por la puerta que da a la calle más concurrida. La gente entra para comprar relojes, pilas para relojes, correas para relojes, e incluso cucos para relojes. Al anochecer se cierra dicha puerta y se abre la que da a una calle poco transitada y poco iluminada. Individuos con gabardina y sombrero entran entonces. Piden en voz baja una dosis. Tienen ojeras y les tiemblan las manos. Pasan a la trastienda. Personas muy ocupadas compran tiempo. Se lo inyectan en cualquier parque y, aunque se sientan mejor, con frecuencia se aburren y buscan pelea.

EL CUARTEL DE BOMBEROS

Bombera con gato

En verano, los días de mucho calor, el cuartel de bomberos se llena de carreras y cascos volando, y botas volando, y filetes de pechuga de pollo volando. La gente enciende pequeños fuegos aposta, o arroja por las ventanillas de sus coches rayos de sol encendidos, o cocina sus ropas a barlovento, provocando humaredas preocupantes. No son pirómanos; lo hacen para que el cuartel de bomberos vomite una cuadrilla de individuos que, en línea recta, apunten con sus mangueras hacia todo lo que se mueva, incluido el clima, refrescando el ambiente. En invierno llueve mucho y no hay incendios posibles porque está todo mojado. Entonces los verdaderos pirómanos suben gatos a los árboles.

LA PISTA DE PATINAJE

Pista de patinaje

Tiene que hacer mucho frío para que pongan en marcha la pista de patinaje. Es habitual que acudan los patinadores con su gorro, su bufanda, sus guantes, su nevada propia y su casa. Porque, ya que se caen o ya que no, es más reconfortante caerse con la casa a cuestas (o no caerse con la casa a cuestas), levantarse con la casa a cuestas (o no tener que levantarse con la casa a cuestas), y continuar en pista inyectándole círculos perfectos al hielo con la casa a cuestas (y continuar en pista inyectándole círculos perfectos al hielo con la casa a cuestas) hasta que el megáfono pide que se retiren los individuos del fondo, los de las grandes nevadas propias y las casas blancas, porque ya han rebasado el límite de desmoronamientos del día. Se dice que los patinadores que no llevan una casa a cuestas son ángeles, pero no es seguro porque, al igual que los que sí la llevan, se caen riendo y se levantan llorando, con su nevada propia.

Textos pertenecientes al libro «Ciudad girándose» (Baile del sol, 2015).

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