Gaspar Cuesta

NOTA BIO-BIBLIOGRÁFICA

Gaspar Cuesta (Tarifa, 1967) se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, donde realizó los cursos de doctorado, especializándose en el estudio de la Toponimia. Posteriormente se ha dedicado a la enseñanza del Español como Lengua Extranjera, dirigiendo en la actualidad la Escuela Hispalense.

Sus trabajos de creación (narrativa y poesía), ensayo y opinión han aparecido en varias revistas literarias y suplementos culturales. Por ejemplo, su poemario “Versos de contrabando” apareció en la antología Cónclave de Náufragos (Universidad de Cádiz, 2000). Participó también en el libro colectivo de poesía Arribar a la bahía (Encuentro de poetas en el 2000), editado por la Asociación Victoria Kent de Algeciras. Algunos de sus poemas también aparecen en el CD I Encuentro de cantautores, poetas y cuentacuentos del Campo de Gibraltar (Algeciras, 2001).

Ha recibido algunos premios de poesía y relato corto, y ha participado como jurado en varios premios literarios, entre ellos el premio Bahía de poesía. Desde 1996 hasta 2012 dirigió la revista de creación Guadalmesí.

No se sabe bien por qué, pero hasta ahora no ha tenido el coraje de reunir sus piezas creativas en un volumen.

POÉTICA

Bolonia - Tarifa

Desde que adquirí uso de razón he disfrutado leyendo y escribiendo, descubriendo el olor y el sabor de palabras escondidas, masticando despacio metáforas inauditas, dejándome acariciar el oído y el tacto por el roce de versos y relatos extraordinarios… Estudié Filología porque pensé que así podría estirar un poco más ese romance adolescente, cual Peter Pan de la literatura.

Mas la vida se abrió paso a zarpazos, haciendo prosaicas las aliteraciones y las sinestesias. Aprendí, sin embargo, a tener a la poesía como amante furtiva, que me regalaba esporádicos revolcones de papel.

No soy corredor de fondo, más bien me siento a gusto en las distancias cortas de la poesía y del relato. Practico una poesía ilusa que, de manera ingenua, pretende revestir de belleza y hedonismo una realidad que a ratos apesta.

Pero, como Borges, me jacto mucho más de mis lecturas que de mi escritura. Y es que en realidad solo estoy seguro de tener dos poemas vivos: uno se llama Javier y el otro Pablo.

POEMAS

Gaspar Cuesta

GEOGRAFÍA PARA CIEGOS

Hoy he leído cada centímetro
de tu geografía sin usar mis dedos.
He recorrido senderos que ni siquiera
Braille pudo concebir en su alfabeto.
He rozado con mis uñas
la razón de tu silencio.
He calmado mi sed
con tus manantiales secretos.
Y ahora, que más te conozco,
que intuyo tus valles
y trasvaso tus ríos,
ahora,
es cuando más perdido
me encuentro en este océano.

(En Guadalmesí, 1996)

RADIO TÁNGER INTERNACIONAL

Tarifa

Entreteníamos dulcemente las noches de octubre
en el sillón trasero de un R-5.
Verano prolongado en noches de brisa
a pesar de aquellos relámpagos en el horizonte.
Sonaba Radio Tánger Internacional de fondo
y sus melodías decoraban el cercano oleaje,
yo no entendía al locutor pero
tú me traducías con tus besos mentolados.
Más de una vez nos sorprendió el foco
de aquel helicóptero a ras de playa,
confundía tal vez nuestro contrabando de caricias
con tráfico clandestino de inmigrantes.
Descubrimos un lenguaje nuevo
lleno de silencios y cesuras,
fuimos cartógrafos de itinerarios olvidados,
exploradores en la jungla.
Hoy he vuelto a aquel descampado,
ya no hay cañaverales salvajes,
ni amantes furtivos en coches de segunda mano,
todo está cubierto con cemento y rejas de aluminio,
adosados creo que los llaman,
«Villanosequé» dicen letras grises
en un horrendo cartel.
Y justo allí donde nuestras miradas se desnudaban
hay una placa que sentencia:
«Propiedad privada. Prohibido el paso».

(En la antología Cónclave de náufragos, 2000)

UNA VEZ TUVE LA PALABRA

Una vez tuve la palabra.
Ahora no la tengo, es verdad,
pero os juro que la tuve.
La palabra residía en mí,
compartía mi lecho,
me hacía soportables las tardes
de tedio y pesadumbre.
Me acunaba con su arrullo cálido
las noches de insomnio y escarcha,
y en las siestas de calima y sudor
me refrescaba los labios como hielo desnudo.

No sé cómo la perdí,
más bien creo que me abandonó,
tuvo que aprender a convivir
con cifras anodinas escondidas
tras altivos apellidos:
código cuenta cliente,
base imponible,
código de barras,
ejemplar para la entidad…
Tanta arrogancia,
mi falta de atención
(olvidé más de muchas noches
prodigarle caricias auténticas),
el exceso de resguardos y facturas
en el cajón de los cariños
tal vez la obligaron al destierro.

Desde entonces de mi boca sólo salen
logaritmos y ecuaciones,
porcentajes y descuentos,
domino mis cuentas bancarias
y llego a fin de mes con superávit.
Pero tengo déficit de sensaciones,
añoro tus cuidados y tus excesos,
tus besos y tus zarpazos,
aquellas jornadas de ebrias y felices controversias
bajo el blanco temblor de una luna nueva.
Vuelve, por favor, te echo de menos.

(En Almoraima, suplemento de creación)

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