Hubo un tiempo en que el mundo estuvo ordenado. Miraba a Grecia y a Roma y caminaba firme sobre la razón; la Tierra y el universo estaban en equilibrio. Pero de improviso el hombre miró dentro de sí mismo y todo lo convenido estalló por los aires. Lo sentimientos se abrieron paso desbocados, las revoluciones se sucedieron por Europa y el mundo giró en torno a la emoción. Fue el comienzo de una revolución cultural y espiritual de la que aún luchamos por zafarnos: el Romanticismo.
El Romanticismo
Irrupción y características del Romanticismo.
Influencia
El Romanticismo en la filosofía, artes, literatura y música.
Romanticismo español
Características del Romanticismo en España.
Museo del Romanticismo
Historia, colecciones y visita al museo.
El Romanticismo
El caminante sobre el mar de nubes – Caspar David Friedrich (1774 – 1840)
A finales del siglo XVIII algunos jóvenes de las clases altas se cansaron de la razón universal y de los valores clásicos de su siglo. Descubrieron las capacidades variables del hombre, la fantasía y los sentimientos. Aquí y allá, sobre todo en Alemania, la juventud se contagió de la nueva sensibilidad. Goethe publicó “Las tribulaciones del joven Werther”, el diario de un joven artista que se suicida por amor, y los sentimientos íntimos explotaron en el corazón de Europa. Los jóvenes prefirieron la pasión a la razón, la creatividad a la imitación de lo clásico, lo oculto a lo establecido, y un idealismo extremo a la realidad material. En toda Europa se estableció como bandera la diferencia, y el Romanticismo dejó de ser único: en cada país tomó una forma.
Hoy día el Romanticismo sigue mezclado con la vida. Asumimos como naturales actitudes románticas ante los problemas, tomamos decisiones basadas en nuestros conflictos íntimos más que en la objetividad a la que nos fuerza el mundo exterior; es el poso de un movimiento revolucionario que preñó al mundo de una concepción nueva que no termina de morir. El Museo Nacional del Romanticismo guarda las cenizas del movimiento en España; sus velas se han apagado y su mobiliario cotiza al alza en las subastas de antigüedades, pero su espíritu y su forma de penetrar el mundo continúa viva entre nosotros.
Las fronteras invisibles
Romanticismo siempre fue un término polisémico, de variados significados. Su soplo, tan hondamente anclado en el pecho de quienes lo promovieron, borró las fronteras de los estilos y de las disciplinas artísticas o filosóficas.
Como todo cambio profundo en las raíces de nuestra espiritualidad y de nuestra cultura, irrumpió en todas las expresiones del hombre, la política, las artes, la filosofía, los anhelos y los sueños, y en cada país lo hizo a su manera.
Filosofía
Literatura
Schelling (1775 – 1854)
Comprender el mundo a través de la propia subjetividad convirtió al Romanticismo en un movimiento filosófico y revolucionario. Kant fue el primero que consideró los sentimientos como via de conocimiento, pero fueron Fichte y Schelling quienes contaron con el yo como única vía y la naturaleza como entidad superior. “No se puede llegar a la verdad mediante la razón, existen realidades que solo se pueden captar mediante el sentimiento y la emoción”. La manifestación más alta del yo fue la expresión de esas emociones a través del arte: “la belleza es verdad”.
Esta concepción filosófica irradió todas las ramas del conocimiento, la literatura, la música y las artes plásticas, y alimentó los movimientos nacionalistas que propugnaban la diferencia y reclamaban la libertad de las naciones. Fue el romántico un movimiento revolucionario y absoluto, que inundó todos los estratos de la cultura y la sociedad y forjó una nueva forma de concebir el mundo.
Goethe (1749 – 1832)
Una obra maestra literaria lanzó el Romanticismo al mundo: “Las desventuras del joven Werther”, de Goethe, diario de un joven de sentimientos exaltados que se suicida por amor. Los jóvenes acabaron imitando la manera de vestir de Werther, y una ola de suicidios recorrió Europa. Los personajes de las nuevas obras literarias sufrían tormentos íntimos por ser fieles a sus sentimientos más allá de toda razón. Predominó en todas las composiciones lo lírico y lo dramático. Las obras de Schiller y de Heine en Alemania, o los poemas de la tríada de poetas ingleses, Byron, Shelly y Keats, junto con las de Victor Hugo en Francia cantaban las pasiones humanas y a la naturaleza, y constituyeron el paradigma de las obras románticas. Triunfaron los cuentos góticos y los fantasmas. Se recuperaron a autores clásicos como románticos; a Shakespeare, autor de Romeo y Julieta, y a Dante, cuyo enamoramiento de Beatriz la colocó en el mismísimo paraíso de su Divina Comedia, incluso a héroes y heroínas de la antigua Grecia, como Penélope esperando a Odiseo, o Dido suicidándose en uno de los pasajes más conmovedores de la literatura universal al ser rechazada por Eneas, en la Eneida de Virgilio.
Artes plásticas
Música
Dante y Virgilio en los infiernos (fragmento) – Delacroix (1798 – 1863)
En el Romanticismo fue más importante el artista que su obra, la explosión de sus sentimientos más que su virtuosismo a la hora de plasmarlos. Predominaba en las obras lo irracional, lo imaginario, el desorden, la exaltación del color. Las acuarelas impresionistas antes del impresionismo, la explosión del color de Turner es el modelo plástico de la época. “La libertad guiando al pueblo” de Delacroix compendia el Romanticismo social. Los pintores centraban la atención en la figura humana en sintonía con la meteorología, con el paisaje y con la naturaleza. Predominaba la representación del orden natural por encima del urbano. Lo sublime lo representan las ruinas, los naufragios, las masacres y la locura. Lo nocturno y misterioso. Si antes el arte era el medio supremo de captar la verdad y el orden en el mundo, ahora el arte es la expresión de la subjetividad; a juicio de los románticos, el comienzo de la libertad humana.
Franz Schubert (1797 – 1828)
Hoy día nos resulta incomprensible separar la música de los sentimientos, pero en el Renacimiento la música parecía sostenerse en el aire por sí sola. Las cadencias repetitivas del barroco o las composiciones matemáticas de Johan Sebastian Bach construían catedrales musicales universales, limpias y absolutas. Haydn, Mozart y Beethoven, las apuntalaron con su clasicismo. Pero Beethoven fue más allá y comenzó a dar preeminencia a la expresión de los sentimientos. Compuso no solo para la nobleza o para la iglesia sino para la eternidad, sin compensación material alguna. Fue el primer romántico en un arte que dependía de los cardenales y de los príncipes. A partir de él surge la música programática, la que describe paisajes y emociones. Crece la orquesta y se componen obras más largas que sugieren ambientes y escenas. Románticos fueron Weber, Schubert, Listz, Mendelsohn, Chopin y sobre todo Berlioz. Triunfaron los dramas en la ópera y los conciertos para piano. Incluso Rachmaninoff y Stravinsky en el siglo XX continuaron componiendo influenciados por el Romanticismo.
Romanticismo español
España se subió por los pelos al último tren del Romanticismo. Cuando Inglaterra y Alemania ya eran románticas, España estaba bastante lejos de serlo. La inexistencia de una verdadera cultura, la superstición, el fanatismo religioso y la ausencia de conciencia social, unidas al regreso del absolutismo de Fernando VII y a la represión, impidió una generación de románticos al tanto de los aires que recorrían Europa y que estaban cambiando la sensibilidad, las estructuras y las razones políticas del continente. Aquellos que fueron románticos habían huido de España y se habían establecido en Londres o París. Pero a la muerte de Fernando VII y del absolutismo, las ideas que habían ido introduciendo los exiliados desde las capitales de Europa, y los viajeros del continente -románticos que consideraban a España como lo que era, un país exótico-, germinaron. En una década el Romanticismo transformó el panorama cultural, social y político español.
No obstante, nunca fue el español un Romanticismo de consideración, ni sus obras pueden compararse a las que florecieron en el continente durante el mismo período, a excepción tal vez de algunas piezas pictóricas y musicales, que comentamos aquí y que pueden verse en el Museo Nacional del Romanticismo.
Literatura
Artes Plásticas
Mariano José de Larra (1809 – 1837). José Gutierrez De La Vega. Museo del Romanticismo.
La literatura fue el género romántico por antonomasia. Sobre todo en España. Siendo tan corto el período romántico en el país, solo a través de la literatura se pudieron “decir” las nuevas ideas. Fue especialmente importante el teatro, que incorporó formas nuevas y mezcló lo trágico, lo cómico y lo popular, mostrando los conflictos propios del Romanticismo. Destacaron Zorilla y el Duque de Rivas, con su “Don Álvaro o la fuerza del sino”. La prosa la dominaron las leyendas, las narraciones folclóricas y los artículos costumbristas, destacando sobre todo Larra. Sus mordaces artículos periodísticos, que constituían la nueva forma de difusión de ideas y de obras literarias, aún continúan leyéndose. Una variada iconografía de Larra puede verse en el Museo del Romanticismo, cuadros, vestimenta, cartas, etc. Fue nuestro romántico de mayor talento. No pudo menos que suicidarse por amor.
En poesía destacó Espronceda, con unos poemas histórico-legendarios de gran calado. En la poesía lírica y sentimental brilló algo más tarde Gustavo Adolfo Bécquer, cuyas rimas -y leyendas, oscuras y melancólicas- aún se leen popularmente.
En seguida la realidad se impuso al ideal romántico y el movimiento se desinfló en España definitivamente.
Tertulia literaria romántica «El Parnasillo». Antonio María Esquivel, 1846.
Como sucedía esos mismos años con Beethoven, el genio de Goya, que caminaba sobre todas las épocas, estilos y vanguardias, acabó poniendo el pie en el Romanticismo. Sus pinturas del inconsciente muestran la irracionalidad, la locura y el ensueño, tintados de aires dramáticos que mezclan lo fantástico con lo real, propio de la nueva época. Sus cuadros “La carga de los mamelucos” o “Los fusilamientos de la Moncloa” son obras maestras del Romanticismo social y nacionalista. Entre los románticos españoles propiamente dichos triunfó el retrato, muy demandado por la burguesía. Federico Madrazo y su conocida “Condesa de Vilches” destacaron entre otros. Los mitos románticos y los estereotipos españoles los difundió el género costumbrista, principalmente la corriente andaluza y la madrileña, más oscura, que seguía la estela de Goya. Pero el paisajista romántico español por excelencia fue Genaro Pérez Villaamil, muy influido por el extraordinario acuarelista David Roberts, de viaje en España, y por las amplias perspectivas del paisajismo inglés. De todos ellos existen extraordinarias muestras en el Museo Nacional del Romanticismo.
Música
El aire dañino
Poco se conoce de la música española en el siglo XIX. Las primeras décadas del siglo fueron tan convulsas y cambiantes a nivel político que las manifestaciones artísticas se vieron minimizadas. A ello se sumó el hecho de que sus más destacados representantes se encontraban en el exilio, componiendo, estrenando y editando principalmente en París y Londres. Fernando Sor, Ramón Carnicer, José León y Santiago de Masarnau, entre otros, contribuyen así de manera significativa a la difusión europea de la música española, de sus ritmos y de su carácter nacional. Una labor injustamente olvidada y poco reconocida incluso en ambientes especializados.
Compositor de ritmos marciales y cantos patrióticos, liberal y revolucionario, músico mayor de la Milicia Nacional y autor del Himno de Riego, José Melchor Gomis (1791-1836) encarnó el prototipo romántico. Exiliado a París huyendo de la represión absolutista, Gomis representa uno de los intentos más serios de la creación de una ópera nacional romántica española, probando todas las tendencias de la época, como el género fantástico, lo sobrenatural, la ópera histórica de corte francés, el estilo “rossiniano”, todo ello empapado de los aires nacionales españoles que nunca olvidó.
El músico romántico por antonomasia, Héctor Berlioz, el que fuera detractor sarcástico de Rossini, habló ante la tumba de Gomis el día de su entierro. Lamentando su prematura muerte, alabó “su espíritu original, cuyo desarrollo prometía ser brillante”. La calidad de la música de Gomis habla por sí sola.
MUSEO NACIONAL DEL ROMANTICISMO
El Museo
El Museo Nacional del Romanticismo es una institución cultural definitiva y de extraordinaria importancia para salvaguardar los vestigios históricos y artísticos de un país en el que prendió difícilmente el movimiento. El Romanticismo siempre unificó las distintas disciplinas artísticas -bajo la tutela de los sentimientos-, y por eso el museo integra desde su origen todos los puntos de vista: ambientación histórica y de costumbres, pinacoteca, mobiliario, artes decorativas y memorabilia se mezclan en el mismo espacio y en el mismo tiempo histórico encapsulados en la casa del museo.
Historia del Museo
Fundación, origen y crecimiento del museo.
Entrevista Directora
Orientación, planes y actividades del museo.
Colecciones
Salas y características de las colecciones.
Nuestra visita
Impresiones y recorrido fotográfico.
Historia del Museo
Como casi todos los museos pequeños, su origen está en una colección privada cedida al Estado. Pero este es un caso peculiar; la colección no fue cedida tras su muerte sino en vida, por un personaje que a la sazón era Comisario Regio de Turismo, la primera Comisaría Regia dedicada al Turismo en España. Gracias a la actividad y relaciones de su fundador, el museo pronto creció merced a donaciones y depósitos de obra y memorabilia. Habiendo sido objeto recientemente de una considerable remodelación para mejorar los espacios expositivos y los itinerarios de visita, tras casi un siglo de historia el Museo del Romanticismo se erige hoy día en el centro más importante donde investigar y captar el espíritu romántico español.
El Fundador
El Museo
Benigno De La Vega-Inclán (1858 – 1942)
Benigno De La Vega-Inclán, II Marqués De La Vega-Inclán, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid a los trece años. Por tradición familiar, ingresó también en el ejército, que abandonó a los 35 años. Pintor y marchante, dirigió la «Comisaría Regia de Turismo y de la Cultura Artística», desde la que innovó en materia de gestión cultural y promovió actividades y desarrollos culturales que permanecen en nuestros días, como la Red Nacional de Paradores, algo impensable incluso para el Estado de hoy día. Promovió el turismo cultural en España, rica en patrimonio artístico, inspirándose en los viajeros románticos. Devoto de El Greco, fundó un Museo de El Greco en Toledo, La Casa Cervantes en Valladolid e intervino en la fundación de La Casa Sorolla en Madrid. Promovió la restauración de edificios emblemáticos en toda España, la construcción del Hotel Alfonso XIII en Sevilla y la del hotel Ritz en Madrid, y durante la guerra civil colaboró en el traslado de los cuadros del Museo del Prado para protegerlos de la contienda. Su archivo personal se conserva en su Museo Romántico, germen del actual Museo Nacional del Romanticismo.
Antiguo jardín en un patio del museo. Similar al actual (más abajo).
El Museo Romántico fue fundado por El Marqués De La Vega-Inclán en 1921, tras una exposición de pinturas de su propiedad que acabó cediendo al Estado. Se inauguró en 1924; una de las primeras visitas es la filmada en el video que mostramos. La colección original la integraban pinturas, mobiliario y ajuares, pero pronto fue ampliándose con fondos de diversa índole mediante donaciones, adquisiciones y legados al museo de varios personajes de influencia en la época. Durante la guerra civil, fueron trasladadas al museo importantes colecciones que pasaron a formar parte de sus fondos. Desde su fundación su objetivo ha sido recrear el ambiente de la época romántica, constituyéndose actualmente en el primer centro nacional de custodia, conservación e investigación de dicho movimiento en España. Recientemente ha sufrido una importante remodelación para adecuar la casa a las demandas de la museística y espectadores contemporáneos. Tomar café en su Café del Jardín tras la visita, es escapar del fragor del mundo actual durante un tiempo que ya no se olvida.
Entrevista a la directora
Desde el mismo día de su fundación el Museo Nacional del Romanticismo ha contado con una dirección a la altura de sus fondos y, sobre todo, de su potencial de crecimiento y penetración social. No en vano, si bien a menudo mal entendido, el Romanticismo continúa siendo un movimiento popular. A medio camino entre su arranque y el día de hoy, Rafael Alberti lo dirigió para salvaguardarlo de los desastres de la guerra. Tras su remodelación en 2009, un equipo joven, muy dinámico y muy preparado técnicamente se hizo cargo del Museo. Se reunieron, pensaron y determinaron sus líneas de actuación. A día de hoy es uno de los museos más activos y seguidos del país en las redes sociales, en las que son una referencia. Sus fondos no cesan de investigarse, y sus actividades diarias, semanales o mensuales no dejan de ampliarse. Hablamos con la coordinadora del equipo, Asunción Cardona.
ASUNCIÓN CARDONA
Directora del Museo Nacional del Romanticismo
El Museo.
El Museo Nacional del Romanticismo es un centro abierto para el estudio, el debate y el conocimiento de las formas de vida y de las manifestaciones culturales del Romanticismo y sus antecedentes. Cuando formamos el equipo pensamos qué era lo que queríamos para el museo. Redactamos un documento donde establecimos los objetivos y los proyectos encaminados a conseguirlos. Queremos ofrecer un viaje en el tiempo, que el público se sienta bienvenido a esta institución y que cuando entre se sienta sumergido en el siglo XIX.
El equipo.
Este museo es de titularidad estatal y de gestión directa del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes. Pero las instituciones las forman las personas. En ese sentido, el equipo con el que cuento en el museo es extraordinario. Tenemos un departamento de administración, del que depende informática, mantenimiento del edificio, etc., y departamentos técnicos como el de comunicación y difusión, el de colecciones y documentación y el de conservación y restauración.
Personal técnico.
En cada uno de los departamentos técnicos hay personal de la Administración General del Estado: conservadoras y ayudantes de museos, y en conservación tenemos también, afortunadamente, una restauradora. Lamentablemente, en estos momentos tenemos cerrados los servicios de Biblioteca y Archivo por falta de personal. Además, contamos con un importante equipo de personas que hacen funciones de vigilancia de sala. Esa es nuestra estructura actual.
Actividades.
La exposición permanente y la colección son nuestra actividad principal. Además, programamos mensualmente actividades para todo tipo de público: infantil, familiar, escolar, adulto, incluso para el juvenil, que es el más complicado. Música, literatura, ilustración, artes plásticas, visitas guiadas y teatralizadas, y talleres más tradicionales. Y colaboramos con otras entidades que dan variedad a nuestra exposición: Teatro Real, Biblioteca Nacional, Fundación Lázaro Galdiano, Museo Artes Decorativas, Museo del Traje y otros.
El público.
Lo difícil es crear públicos, que te conozca la gente, fidelizarla. Por eso organizamos actividades que atraigan a distintos tipos de público. Trabajamos con los adultos, con los institutos, con los colegios, con el público infantil y juvenil, y se nota el resultado. También con el turismo, que es un sector difícil, pues Madrid tiene una gran oferta museística. Pero cuando bajo al hall, cada vez más oigo hablar en varios idiomas; esa es una satisfacción muy grande. Ves que las semillas que vas plantando, germinan.
Asociación Amigos del Museo.
Existe desde hace muchísimos años, y para nosotros es fundamental. Por ejemplo, los conciertos se pueden programar gracias a la Asociación. Cuando trajimos una exposición temporal sobre el Romanticismo alemán, ellos consiguieron los patrocinios que la hicieron posible. Durante años hemos ido digitalizando obras de la biblioteca gracias a que consiguieron una subvención del ministerio y gestionaron el proceso. Hacen muchas cosas por nosotros. Son muy activos y se lo agradecemos muchísimo.
Experiencia integral.
Un museo pequeño tiene algunas ventajas sobre uno grande. Es más fácil generar empatía con el público. La visita es mucho más a su escala, es decir, más cómoda, más breve, más acogedora, más evocadora, más transportadora porque te introduce en un ambiente más íntimo. No es solo una experiencia estética, sino integral, de 360 grados.
Colecciones.
Lo que podemos ver entrando por la puerta del Museo Nacional del Romanticismo no es más que la cúspide de un iceberg. A espaldas de la exposición permanente, donde se exponen las piezas más populares y emblemáticas, está la colección no expuesta, donde se conservan y restauran las estampas, grabados, libros, pinturas, fotografías, artes decorativas, cartas, manuscritos del Romanticismo español y otras piezas de fuera de España. La delicia del connoisseur y del investigador. Aderezada la colección con exposiciones temporales y un sinfín de actividades y repasos temáticos, el Romanticismo español y europeo deslumbran al visitante.
Colección y exposición permanente.
Nuestra actividad principal es la conservación de nuestra colección. Exponemos las piezas, las restauramos, e intentamos sacar las no expuestas en las salas, a web. Nuestros fondos se centran en el Romanticismo español. Pinturas, grabados, fotografías, documentos, mobiliario, artes decorativas, textiles.
Exposiciones temporales.
Intentamos organizar exposiciones temporales que contextualicen nuestros fondos , mostrando lo que sucedía en el Romanticismo en países de nuestro entorno, como Rusia, o Alemania. Y por otro lado, organizamos muestras de autores contemporáneos que realicen una relectura de nuestras obras románticas, pero con un tratamiento actual. Hicimos una con Mateo Maté, otra con Miguel Angel Blanco. Etc.
Itinerarios.
El mayor punto de interés del museo es el conjunto. Entras y visitas un palacio del XIX como lo haría un invitado de la época. Vas transitando por la casa y conociendo el salón de baile, el dormitorio femenino, el comedor o el oratorio, y a la vez, en esas salas, planteamos un itinerario temático, contando cosas relacionadas con el Romanticismo, literatura, música, teatro, elementos que tienen que ver con el género, con la infancia, con el paisaje.
Fondos digitales.
Una de las más acertadas decisiones del Museo del Romanticismo, a nuestro juicio, es la digitalización de buena parte de piezas sus colección que no están expuestas en las salas por razones de conservación u otras. A través de la web, están disponibles para el interesado. Así mismo, la confección de álbumes temáticos en Flickr acercan al visitante a diversos aspectos de las colecciones y a piezas raras o curiosas o difíciles de examinar por otros medios. Y como no, sus piezas del mes nos acercan mensualmente a la historia, características y vicisitudes de piezas significativas.
Nuestra visita
Hay un Museo del Romanticismo para cada cual. Dos itinerarios confluyen en uno. Entras en la casa y según paseas por las estancias o las habitaciones, vas atendiendo en ellas a obras que ilustran el tema decidido para cada una. Literatura, teatro, música, niños, dormitorios, etc. El espacio siempre se queda pequeño. Es mayor la colección que la casa, si se quiere mostrar todo en su contexto, lo que por otro lado asegura la contemplación de muchas piezas únicas. El curioso puede disfrutar de los anteojos para la ópera y el entendido puede admirar los grabados, por ejemplo, o preguntar por la biblioteca y arreglar una visita. Fuera de su vista está lo que va buscando, si tiene que ver con el Romanticismo. Al terminar el recorrido, puede tomar uno un café en el delicioso Café del jardín, y retornar suavemente al siglo XXI.
Cómo acabar de una vez por todas con el Romanticismo
Un epílogo. Museo del Romanticismo.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define el vocablo “arte” como “la manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. Esta definición es una declaración romántica. Anuncios televisivos o impresos sugieren habitualmente al consumidor la misma máxima: sé diferente. Esto no es otra cosa que la insistencia en un postulado romántico.
Las actitudes románticas continúan vivas en la lengua, en la literatura, en la pintura, en la música y en nuestros corazones. El Romanticismo creó la esencia de lo moderno incluso como lo entendemos hoy día: reclamó la libertad total para las formas artísticas y para el creador que configura el mundo. Todo el arte moderno deriva del Romanticismo. La libertad interior, la diferencia, la liberación del individuo frente a la sociedad, la de la mujer frente al hombre, la de las regiones, la libertad de expresión, la de la personalidad o la del sexo. Nuestro mundo continúa siendo salvajemente romántico.
Cuando a mediados del siglo pasado nació el héroe moderno en la literatura, en la novela negra y en el cine -ese perdedor desencantado sujeto a sus pasiones y defensor de causas ideales y perdidas-, no hizo otra cosa que renacer al antiguo héroe romántico. Y como todos los que se liberan del orden y de la seguridad, paga el mismo precio que pagaron los románticos: la soledad y el vacío; esa angustia y pesimismo que ellos representaron mejor que nadie.
Tan solo algunas élites artísticas que generan una obra minimalista, u obras que se completan con la aportación conceptual del espectador, han comenzado a desvincularse de los postulados románticos. Para el resto de la población, el Romanticismo continúa siendo parte inconsciente de nuestras vidas. Jamás nos abandonará, porque el movimiento romántico nos descubrió a nosotros mismos; nos dio la fuerza para expresar nuestro ser más íntimo frente al mundo que nos rodea, y de ahí que cualquier cosa que provenga de nuestro interior y que exprese nuestra verdadera naturaleza, seguirá siendo romántica.
Por eso, cuando en el transcurso de cualquier conversación, o en los medios de comunicación, observamos cómo ha quedado banalizada y adulterada la idea de lo romántico en imágenes de puestas de sol, frases blandas y noñerías, quienes vivimos en La Torre nos lanzamos por los callejones nocturnos al modo romántico, solitarios, pateando las latas vacías, refunfuñando y dilucidando en silencio sobre la causa más romántica y más perdida de todas: cómo narices acabar de una vez por todas con el Romanticismo.