Óscar Orellana

Óscar Orellana. Chile

 

BIOGRAFÍA

 

El poeta chileno Óscar Orellana encontró en mitad de la palabra no sólo el hastío por la vida, sino el antídoto para combatirlo.
Dice que su biografía consta de un febrero en que «murió su inigualable gato Edgar, que vivió 17 años y al que incineró en un crematorio en Rungue, cerca de Til Til. El incinerador, de nombre Justino, le dijo: no es como en las películas donde la ceniza se la entregan hecha polvito. No. Hay que pasar todos los huesos por un molino de esos donde se hace morcilla».
Es periodista de la Universidad de Concepción, y autor de La Indiferencia (Santiago de Chile: Das Kapital Ediciones, 2012), de donde se toman los siguientes poemas.

Albeiro Montoya Guiral

 

 

Comportamiento de los quemadores

Escribo las negras pulsaciones, sombra en medio de
tu sombra, cuerpo en medio de tu cuerpo: la ternura
de la zarza, el canibalismo de las plantas. Escribo el
trazo electromagnético de tu cerebro. La longitud de
un mamífero que a mi lado se duerme.

Escribo para imitar al hombre inclinado sobre el
tiempo que no se encuentra. Escribo para oír un
ruido y no estar tan solo. Escribo el sonido de la
escritura. La risa de los animales escribo.

No son las mismas resistencias nunca. Cada cual a
su propio salto. Aire secundario. Distinto a todos,
muy único. Inducido por el flujo, avanzo frente en
llama. Desde el fondo de la noche: cámara torsional,
profunda, abierta.

Escribo frases vacías. La indiferencia escribo.

 
 

Cetrería

lo queremos todo
la sed
la jaula abierta
mientras el aire gira
que nadie sea libre
el derecho a ser verdugo
en nuestra propia casa
lo queremos todo
nombrar ciudades
destruir ciudades
volver
irnos
volver
los dientes postizos
la tierra de Jauja
salir en la foto junto a la primera presa
lo queremos todo
preguntarnos no saber qué decir
marioneta señuelo halcón
la especie humana fuera de su lienzo
la guerra interior de Guernica
lo queremos todo
la polilla:
el vampiro
preciosamente equivocado
mientras el aire gira

 
 

Ese hombre que murió esta mañana

yo mismo lo he encontrado.
la mirada ligeramente abierta para dar cabida a

un último día.

lleva puesta una máscara que no engaña.
que no oculta la resignación definitiva.
la falta de interés en los seres y las cosas.
me inclino, me tiendo a su lado.
yo soy la máscara de ese hombre que murió esta

mañana.

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